La idea de escalar un dron para transportar pasajeros no es nueva. ¿Quién de nosotros no ha mirado a un DJI Phantom y ha deseado que pudiéramos estar allí arriba con él, volando entre los pájaros y transmitiendo datos a China?
Tiene seis motores eléctricos, pero no funcionan con baterías.
Bueno, las baterías son el obstáculo que se interpone entre nosotros y nuestro glorioso futuro LaunchPad McQuack. La tecnología actual de baterías ofrecería un alcance limitado en un vehículo eléctrico de despegue y aterrizaje vertical a escala humana, incluso cuando está cargado sólo con la gente más delgada y rica en su camino a Montauk. Y si construyes una máquina como esa sin baterías, se llama helicóptero y es algo que definitivamente te pondrá en la lista de los traviesos de tu HOA cuando aterrices en tu patio trasero.
Pero Alaka’i Technologies en Hopkinton, Massachusetts, piensa que la solución a este enigma son las celdas de combustible de hidrógeno, las cuales permiten el uso de motores eléctricos pero ofrecen un rango y una velocidad de reabastecimiento más acorde con la estación de servicio de su vecindario. Su primer vehículo, el Skai, tiene unas 400 millas de autonomía (o cuatro horas de vuelo), con capacidad para cinco pasajeros o 1.000 libras, lo que ocurra primero.
La velocidad máxima es extrañamente específica a 118 mph y el reabastecimiento de combustible toma menos de 10 minutos. Con seis rotores y múltiples celdas de combustible, Alaka’i está construyendo capas de redundancia a través de los sistemas de vuelo. Sin embargo, también hay un paracaídas de fuselaje, para esa inmejorable tranquilidad de «tenemos un paracaídas».
El Skai, diseñado por el estudio Designworks de BMW Group, tiene un aspecto futurista, sobrio y elegante. Alaka’i ha iniciado su programa de pruebas para certificarse con la FAA, y después ven muchas posibilidades para el Skai: vuelo de pasajeros, respuesta médica de emergencia, entrega de carga.
OK, básicamente la mayoría de las cosas que se podrían hacer con un helicóptero, pero presumiblemente sin tanto ruido y con sólo agua como emisión directa (las emisiones indirectas dependerán de la fuente de electricidad detrás de la producción de hidrógeno). Los planes requieren primero una versión piloto y luego modelos autónomos.
Si la idea de una máquina voladora eléctrica autónoma impulsada por hidrógeno le parece descabellada, recuerde que hace unos años todo el mundo señalaba cuando veía un avión teledirigido y ahora a nadie le importa.
Ese es el día que Alaka’i imagina: cuando un Skai pasa volando y nadie mira hacia arriba.